
Recientemente, el Instituto Mexicano de la Juventud dio a conocer los resultados de un estudio realizado entre jóvenes de del centro, bajío, norte y sur del país, esto con el propósito de conocer sus expectativas hacia la actividad legislativa de los diputados federales.
Los resultados lejos de sorprendernos, muestran el sentir generalizado de millones de muchachos que no ven en los partidos políticos ni en sus candidatos, el reflejo de sus aspiraciones, mucho menos la solución de sus problemas, como la falta de oportunidades de empleo, baja calidad de los servicios de salud y educación, violencia, discriminación, y facilidad para conseguir drogas, sólo por mencionar algunos.
El desencanto es tal que, a pesar del fácil acceso a la información, y del recurrente bombardeo de los políticos, los jóvenes prefieren ocuparse de otras cosas. Resulta paradójico que esta generación, que nació de la mano de las nuevas tecnologías y que pudiera decirse, está más informada que ninguna, sienta una profunda decepción, impotencia y enojo contra los políticos. Es evidente que las mismas promesas y el mensaje gastado de los políticos han provocado en los jóvenes un desencanto hacia la política.
Así las cosas, los jóvenes asumen que el interés de los partidos en ellos se orienta a la mera obtención de votos y triunfos en sus proyectos políticos personales, sin embargo esta motivación disminuye una vez alcanzado el objetivo . ¿Alejados de la realidad?, recordemos que la utilización de los alumnos de la Máxima Casa de Estudios de la entidad con fines electorales ha sido un sello característico de la familia Ortiz al mando de la Universidad Autónoma de Tlaxcala.
No cabe duda de que entre los políticos, los diputados son los que tienen la peor imagen entre los jóvenes, catalogados como individuos que ganan muy bien, pero que sólo levantan el dedo. En este contexto, el trabajo realizado por los seis diputados federales tlaxcaltecas –tres de ellos aspirantes a la máxima magistratura de la entidad- ha contribuido en muy poco a cambiar la percepción que los jóvenes tienen de sus legisladores.
A unas semanas de concluir su mandato constitucional como integrantes de la LX legislatura, las diputadas panistas Adriana Dávila, María Guadalupe Salazar, María Ofelia Gloria Malcos, los perredistas Alejandro Martínez y Alberto Amaro, así como el priista Mariano González, no han presentado ni una sola iniciativa dirigida específicamente al sector de los jóvenes. De estos magros resultados no escapan Alejandro Aguilar y Adolfo Escobar, ahora secretarios de Desarrollo Económico y Gobierno del Estado de Tlaxcala, respectivamente.