A nivel nacional, el estado de Tlaxcala se ha mantenido en el sótano de los indicadores de empleo, competitividad, transparencia, fortaleza fiscal y profesionalismo gubernamental, sólo por mencionar algunos.
Por años, la entidad se ha mantenido a la zaga del crecimiento registrado en otras zonas del país. Indiferentes, nuestras autoridades han permitido que la economía siga estancada, lo que se ha visto traducido en un atraso y deterioro en la calidad de vida cada vez más evidente en nuestra población.
Y es que a pesar de los reiterados discursos del gobierno estatal para incentivar a la industria y reactivar la economía local, lo cierto es que hasta hoy, todas sus acciones en este sentido, han derivado en un rotundo fracaso.
Ahí está el Acuerdo Estatal para la Protección de la Economía Familiar y el Empleo, firmado a principios de este año, o la Creación del Fideicomiso de Fomento a la Inversión y Desarrollo Económico (FIFIDE) que también naufragó.
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